Causas Pendientes, comenzó a generarse hace ya un par de años, juntando imágenes nuevas y antiguas, unas decían más que otras pero faltaba la conexión extrema entre sí, ese vínculo que pudiera unir una imagen con algo más allá, algo no espiritual pero a la vez que elevara la espiritualidad a lo terrenal, a la carne, a la putrefacción y oxidante pasar de la vida.
Cuando creé cada una de las imágenes en mi cabeza sólo existía la desolación que puede causar el despojo de un vínculo que estuvo afiatado a uno mediante conexiones de carne, hueso y músculos, cada uno de esos sentimientos me llevó a vomitar una creatividad violenta y quejumbrosa, atropellando a la inocencia que casi ya no existe en mí.
La muerte de cada imagen, la muerte de cada espacio se representa con la corrosión de los objetos, la corrosión de la carne y el pensamiento que deja entrever esa falta y deseo de vivir. La muerte la he mirado con ojos no de falta de vida, sino como una ausencia, un grito en el silencio de la noche, una falta de sueños, no necesariamente como la muerte física y mental del cuerpo. Cada imagen refleja un estado putrefacto de vida, silencio, ausencia, profundidad y especulación.